Arzak. San Sebastian

La verdad más verdadera, creo que es una osadía por mi parte hacer un post sobre Arzak, todo un símbolo de gastronomía en nuestro país, Maestro de Maestros, uno de los mejores restaurantes del mundo, de los más afamados, 3 estrellas Michelín y con la mejor restauración que yo he tenido el placer de degustar en toda mi vida.

Y osadía porque yo no tengo ni idea de restauración ni de gastronomía ni de nada de nada. A mi me gusta o no me gusta, pero sin criterio. Desde la subjetividad más absoluta, como todo lo que pasa en mi vida.

Así que, mis disculpas desde ya a los Maestros Juan Mari Arzak y a su hija, Elena Arzak y a todo su gran equipo.

Que se puede decir, "dolcefarnientemente" hablando, de un restaurante vasco con 3 estrellas Michelin y que, además, fue el primero de toda España en conseguir tan preciado galardón y jamás perderlo... Pues de todo se puede decir, y de todo bueno. 

Vamos a por nuestro día en Arzak.

Desde el Hotel Villa Soro nos consiguieron una reserva para comer un sábado santo en este restaurante. Curiosamente no teníamos ni idea de donde estaba, y la misma tarde del viernes, regresando al hotel después de pasar toda la tarde entre buenos amigos y gatos, en la Asociación Miauka, vimos un toldo negro a pie de carretera que ponía muy discretamente en letras blancas: Arzak

Hmmm  -"¿Arzak, Arzak el restaurante de Juan Mari el de las estrellas Michelín?" nos pregunté yo anonada. 

-"Pues parece que sí", respondió Jorge que raudo y veloz había buscado ubicación en su súper móvil Samsung... (bien podía estar patrocinado este post por los amigos coreanos que tantos dolores de cabeza me dan...)

-"¡Hala, vamos!" grité yo con entusiasmo...

-"¿Sin reserva, en Semana Santa, a Arzak, de un día para otro? Me da que imposible" espetó Jorge desconfiado de nuestro buen sino.

Llegando al hotel, aparcando Jorge y yo pidiendo a la amable mozalbeta de la recepción de Villa Soro que nos hiciera una reserva a cualquier hora sábado o domingo próximos...

Hete aquí que, como era de esperar por mi agradecimiento a la vida, había mesa el sábado siguiente a las 14:30...  Arzak bien vale un madrugón...

Lo primero que pasa cuando entras en Arzak es, no sé porqué, que te sientes como en casa. Y no creo que sea por la comodidad de la entrada, que no lo es, ni por la cuesta que tienes que bajar si dejas el coche en el parking (tremendamente peligrosa para nuestra integridad si vas sobre 15 centímetros de tacón de aguja...)

Quizás sea por el carisma que tiene el lugar, el buen hacer que se respira, elegancia sobria en la decoración, sin estridencias ni salidas de tono, sonrisas justas en las caras desde que cruzas la puerta de madera de la casona, antigua, recia, del norte, la de siempre, en mitad de la carretera de San Sebastian a Rentería (seguro que la carretera no se llama así pero así lo descubrimos nosotros, curiosamente a 2 minutos en coche de Villa Soro y a 10 minutos caminando)

Una vez sentados en una amplia mesa para dos, vestida de hilo perfectamente blanco, copas serenas y vajilla y cubiertos discretos que de entrada saben que lo importante son las viandas y su elaboración y no los aderezos superfluos, la/el jefe de sala, van turnando, te da la bienvenida cortés, pregunta por tu ciudad, educadamente se interesa por si tenemos alergias a alimentos o condimentos y deja el menú encima de la mesa indicando el apartado "Menú Degustación"

No puede ser de otro modo... primera vez en Arzak, menú degustación. 

Y pedimos, dejándonos aconsejar por el jefe de sala. En el menú degustación hay varios platos entre los que puedes elegir, yo casi que hubiera probado de todo je je je.

Y la hora del sumiller... único puntín negativín de nada, pues por poner un mínimo "pero" a tan delicioso encuentro gastronómico.
Resultó que el sumiller, no sé si Mariano Rodriguez o José Manuel Hernandez (hay dos, imagino que de los mejores sumilleres del mundo) fue pelín tontín a la hora de nuestra orden, que bastante hicimos ante nuestro total desconocimiento de caldos...
Pedimos un cava, y lo pedimos, más que nada, basándonos en nuestro gusto estético, es decir: un cava rosado, rosé o rosat, depende del idioma que os mole más.

Nuestra elección: Torello Rosat

Si el señor sumiller nos hubiera conocido un poquino, hubiera sabido de nuestro Dolce Far Niente de absoluto placer haciendo lo que nos da la gana y disfrutando al 100% sólo por el hecho de vivir ciertos momentos, sin necesidad ninguna de aderezarlos con vinos exquisitos que te mueres del gusto ya que nuestro gusto no va por los caminos de la enología, que se le va a hacer, a mi me ponen un vinito de reserva de los de saborear "palatalmente" y lo más seguro es que pida una coca cola zero pa mezclar... 

Ante nuestra petición de un cava apropiado con el menú pero rosado ya que el color adornaría la mesa, con un puntillo de desprecio (normal...) nos contestó don Sumiller: "entonces cualquier cava porque el cava y el champagne van bien con todo"

¡¡Ay señor señor, que error!! Con lo bien que hubiera quedado con una gran sonrisa en su cara y recomendando cualquier cava de color cobrizo fuera cual fuere su coste mientras halagaba nuestra burbujeante decisión y luego ya ir a vomitar por el mal gusto de los pardillos de la mesa de la ventana... 

Nosotros nos lo hubiéramos creído tan contentos, así de sencillos somos... 

Pero bueno, nos sirvió el cava durante toda la comida sin mover un solo músculo que revelara su aversión hacia los pardillos de la mesa de la ventana.

Aperitivos

Por supuesto me abstuve de hacer fotos a cada platillo que iba llegando a la mesa, pero en algunos no pude por menos que, producto ya de las dos copas del susodicho cava, pedir permiso para fotografiar porque me molaron un egg de pato chino ya sólo con la presentación (así que el momento saboreo y disfrute ni os cuento)

Puding de kabrarroka con kataifi

Bacalao rojo

Alubia, tocino y castaña

Chorizo con tónica

Antxoa con fresa marinada

Ni idea de que es lo que comes ¿y para qué necesitas saberlo? está tan bueno todo que cualquier dato explicativo profanaría semejante momento amatorio entre el paladar y las deliciosas viandas.

Por supuesto el chorizo con tónica viene servido en una lata de tónica perfectamente apachurrada para la ocasión, es que no hay mejor manera de degustar ese chorizo (a mi el chorizo no me gusta, la tónica tampoco, pues me comería una docena de latas con tal contenido)

Con cada plato presentado, los 5 sentidos van excitándose más. Sin ninguna duda, un buen servicio unido al mejor menú puede provocar un escandaloso orgasmo.

Una de las tantas entradas

Mostaza de cáñamo y bogavante

Bogavante salteado y acompañado de finas tostas de semillas de cáñamo y vinagreta de mostaza.

Como veis, no es cocina molecular ni espumas con aromas a algo, es cocina de verdad con materias primas reconocibles, conocidas y requete saboreadas, con la diferencia de la excelencia en la calidad, procedencia, elaboración de la receta, cocinado, presentación y, creo, mezcla de sabores, olores y texturas.

El bogavante estaba delicioso, en su punto perfecto. 

Las pinzitas hechas con no recuerdo que... ¡pues una monada!

Siguieron los principales, variados y de tamaño justo para hacer un primero y un segundo generosos.

Verduras, huevos, lácteos ("ovolacteo" concretamente) pescados, carnes... Un desfile de pequeñas sorpresas que no nos dejaban indiferentes.

En este tipo de restaurantes todo es un plus, da igual si no tienes conversación o porque eres un soseras, por aburrimiento o por no tener nada de que hablar con el resto de comensales o con la pareja, la comida da para mucha charleta, un lujazo en toda regla. 

Uno de los platos principales

Merluza pitonisa verde

Lomo de pescado acompañado de bola verde crujiente.

Yo no sé la diferencia entre esta merluza pitonisa y las que son de andar por casa pero desde luego esta tenía el poder sobre natural de ser deliciosamente sabrosa. 

Este plato llamó la atención de mi curiosa mente estructurada por colores... ¿De qué es eso verde? Pues no lo recuerdo (me lo dijeron pero... yo que sé)  

Te presentan a la pitonisa en el plato con ajitos que ni pican ni dan por saco hasta horas después de haber sido injeridos, una salsa suave de no sé qué y al lado, la bola verde que rompen, ponen un poquito en el plato y lo demás ya si quieres te lo comes solo...

¡¡Ah sí, ya recuerdo!! la bola es de un alga, no se cual, una que le aporta un sabor estupendo a la merluza. 

Total, que plato tras plato hasta unos 5 más los 5 aperitivos de entrada, componen un estupendo menú degustación en el restaurante Arzak, el recién nombrado octavo mejor del mundo (por supuesto ya ardo en deseos de visitar a los hermanos Roca en su Celler de Can Roca y volverme loca con las burbujas Rosat del mejor restaurante del mundo)

Y después de 4 postres consistentes en helados, cremas crocantes, cacaos, frutas caramelizadas imposibles y mucha mucha imaginación, en Arzak te sirven un café (infusión en nuestro caso) con las piezas de ferretería más originales de la historia de la ferretería gastronómica: chocolate con oro, plata, especias, azafrán, coca cola sólida con burbujas incluidas...
Pregunté, no pude evitarlo, todo hecho en el laboratorio Arzak con mucho mimo y el doble de pasión.

Y sin duda es la pasión el ingrediente mágico de esta casa de toda la vida de la restauración española de alto nivel.
Don Juan Mari, Maestro y Alma Matter de Arzak y Doña Elena, heredera de talento y creatividad, han hecho que quiera interesarme por el arte de la buena cocina, y no porque vaya yo a ponerme entre fogones, líbreme el cielo de semejante herejía, sino porque mi curiosidad se hace valer y ahora quiero conocer cada uno de nuestros 3, 2, 1 estrellas Michelín y, por supuesto, todas la estrellas que a mi paso encuentre por los mundos de Dios que conozca.
No sin renunciar a mis tardes de pecado en Starbucks... por poner un ejemplo de mi ciclotimia gastronómica.

Poco más por ahora.
Miss A