Riad El Fenn. Marrakech.

Mascota del Riad

Este hotel es uno de los más lujosos, a mi manera de entender el lujo, si no el más lujoso de los hoteles que, hasta ahora, he visitado.

Riad El Fenn no es sólo un oasis en el desierto y una perla negra en el océano, es un diamante rosa de los que hay que disfrutar al menos una vez en la vida. Y como buen diamante, se oculta para ser descubierto sólo por ojos expertos y paladares exquisitos. Hotel en su punto perfecto de especias, por supuesto para quien sabe apreciar cada matiz del condimento.

Marrakech es ya por si misma una auténtica perla, con reparos porque es una joya rodeada de mucha porquería, con perdón de la expresión, pero es lo que hay, literalmente (buscar en el link de la palabra porquería las acepciones 1, 3 y 4)

No puedo decir que sea una ciudad bonita, limpia, acogedora, cosmopolita, por que no lo es. Es una ciudad gris, sucia, pobre, bastante fea, rural y misteriosa, llena de magia, color, humanidad, contradicciones y belleza por doquier (a descubrir huyendo de rutas turísticas...) 

Pero ya sabéis que no es mi cometido hablar de las ciudades en general si no de rincones en particular. Y sin duda recomiendo este Riad El Fenn a todos los que hayáis pensado en ir a Marrakech, eso sí, preparad la VISA, AMEX y demás tarjetas bancarias. Esta joya bien merece un esfuerzo. No os vais a arrepentir. 

Callejón de acceso al Riad

Encontramos... eso es... este hotel por casualidad.

Un aniversario nos despistamos un poco y se nos echó el tiempo encima. 

Queríamos un lugar muy tranquilo, exótico y cercano porque sólo teníamos un fin de semana largo de 3 días. Después de buscar por varios hoteles, todos llenos para nuestro bien, en Marrakech, descubrimos este Riad en plena Medina

Y como siempre, yo protesté porque no era el hotel al que yo imaginé ir y que todos tenemos en mente cuando hablamos de lujo en Marrakech, y sí, La Mamounia es lujoso, pero no es lujosamente exclusivo como es este Riad, un lujo bastante diferente. 

Al llegar al aeropuerto, nos recogieron con un coche grande, cuidado, negro y que se dejaba ver (raro es en esta ciudad) 

Pequeño recorrido ente polvorientas carreteras, calles, zonas de naranjos, camellos, chabolas, carros, mansiones y demás contraposiciones habidas y por haber, nos dejaron en una de las entradas de la Medina.

Yo había estado en Marruecos y Marrakech hace muchos años, en mi viaje de paso del Ecuador de Derecho (muchos años...)  y fue curioso evocar absolutamente todo igual a lo que yo recordaba. 

Mis 5 sentidos se remontaron a mis 20 años sin necesidad de imaginar. Todo estaba igual (podría poetizar sobre mi viaje de estudios y mi visita con Jorge años después pero desvirtuaría el carácter frívolo de este blog con emociones y sentimientos dignos de una novela rosa/de aventuras/cultural, no viene al caso)

Por un callejón flanqueado por un gato callejero en la puerta de una mini tienda de faroles y una viejita de unos 120 años pidiendo (si ya comenzamos desde el minuto 1 a sentir mucha pena por gatos, viejitos, pobres, niños, impedidos... seremos incapaces de disfrutar, Marrakech está muy cerca del "umbral de la pobreza absoluta" así que... pensemos que venimos a descansar porque sino sólo lloraremos) se encuentra el callejón enlatado que nos lleva a una puerta de hierro. (*)

Detrás de esa puerta, un pequeño paraíso de silencio, agua, frescor... Poco a poco.

Fuente del patio central

Hemos ido varias veces a este Riad. La primera fue una grata experiencia llena de descubrimientos y curiosidades, las demás, regalos para los sentidos.

El hotel lleva de la mano el encanto de su propietaria, una británica famosa de hermano famoso, amantes del buen gusto y lo exquisito. Vanessa Branson es su propietaria. 

Desde que cruzas la puerta las atenciones son sinceras, sencillas y sin empalagar ¡qué importante!

La directora o el relaciones públicas del hotel (hacen casting en todos los sentidos para estos puestos) te reciben con una sonrisa afable, te explican y te invitan a zumo de naranja (o a lo que prefieras)

Una vez explicado el funcionamiento del hotel y servicios, te conducen, con un silencio y tranquilidad envidiables, a la habitación elegida.

Hay 20 habitaciones (en nuestro primer viaje sólo 12) cada una diferente a la otra, decoración típicamente marroquí, espaciosas, sin lujos, detalles, estucos, mármoles, cristales de colores, sedas, piel, flores, rosas... belleza.

Algunas de las habitaciones que conocemos

Sábanas de hilo, sin TV, sin teléfono, chimeneas, ventanas a los patios del hotel, alguna a las piscinas. Silencio absoluto. Temperatura perfecta gracias a los gruesos muros de la construcción y a los árboles y plantas cuidados con mimo de bebé.

No sé muy bien cual es el significado completo y origen del Riad, sólo sé que significa jardín, y que son casas que dan a un jardín, en la Medina, la ciudad amurallada. Son construcciones grandes y cuya vida central se hace en el patio, siempre con alguna fuente... muy árabe lo del agua...

El el Riad El Fenn, encontramos varios rincones especialmente pensados para el Dolce Far Niente, de hecho, yo creo que fue aquí donde se "gestó" esta expresión, y si no fue así, debería haber sido...

Desde luego mi Dolce Far Niente más perezoso es aquí.

Hay rincones que invitan a no hacer absolutamente nada más que disfrutar: una buena lectura, charla, el silencio, el sonido del agua, dejar pasar las horas, mente en blanco o en azul o rosa dependiendo de nuestros pensamientos o colores favoritos.

Aquí son muy británico/árabe y a partir de las 3 de la tarde, cada tarde de cada día, te invitan a un delicioso té de hierbabuena con pastitas de mantequilla, almendras y una tarta o bizcocho recién hechos, cada día varían.

Momentos del té de la tarde

Relax...

Uno de mis temas favoritos: desayuno en el hotel. Ese momento que tanto temo...

Aquí esta más que superado, se puede desayunar a la hora que quieras y en el sitio del hotel que quieras. Recomiendan, en buena lid, que sea en el comedor de arriba... Una terraza en el tejado del hotel que es un paraíso dentro del paraíso.

Vistas directas a la Kutubia, a más tejados, al horizonte, al amanecer o la puesta de sol, minaretes, mezquitas, jardines... magia. Tambien puedes tomar el té en esta zona, o comer, cenar... 

Unas mesas rústicas exquisitamente vestidas, jaimas para no moverse en todo el día. Piscina y/o canalitos para refrescarse y refrescar el ambiente. 

El desayuno es standart: zumo de naranja recién hecho, té o café, yogurth casero, ensalada de frutas, cereales y pan con mermelada y mantequilla, puedes añadir huevos en cualquiera de las variantes.

Echo de menos algo de queso o algún platito caliente.

Una vez que hemos desayunado o comido... podemos elegir ir a dar un paseo por la Medina, conocer el Zoco, merece la pena, ir al barrio judío y subir a una restaurante con terraza maravilloso, que no recuerdo el nombre pero es lo más bonito de la plaza de los artesanos del barrio judío, pasear por la parte nueva de Marrakech (error... es un crimen mal organizado...)

Y/o podemos elegir quedarnos en el hotel en alguna de las piscinas tomando sol, refrescándonos o perdiendo el tiempo...

Escuchar música o leer cualquier tipo de libro de viajes, aventuras, misterio, cultura e historia local, decoración... 

Darnos un hammam (tema hammam ya ha sido objeto de un post aparte en este blog, por derecho propio)...

O un masaje...

La opción elegida suele ser: desayunar tarde muy tarde, paseo por el zoco o visita al barrio judío, té con una media de 3 horas de charla, revistas sin contenido inteligente y hammam-masaje-cena en el hotel.
Si te das un Hammam, aunque hay una opción de hacerlo en pareja, aconsejo que elijáis individual, cierto es que en pareja es muy sensual pero no dedican tanto tiempo a cada uno como individual, así que: Hammam individual y luego ya en la habitación lo que se tercie)

Sin duda hay que ir a cenar a algunos de los sitios "de moda" que nos propone la ciudad, o a comer cous-cous en la plaza Jamaa el Fna y disfrutar del ajetreo (ver como montan los tenderetes en los que luego se pasan horas cenando, charlando, vendiendo a su madre con lacito de cuerda, regatear... ) otros momentos de magia en Marrakech al atardecer.

Y la copa en La Mamounia, nosotros cenamos aquí alguna vez, es excelente el servicio y cualquiera de los restaurantes. Las copas no están a la altura del lujo del hotel.

El riad El Fenn está lleno de rincones para descubrir.
No sólo bellezas tipicamente marroquíes, hay detalles en los salones interiores de diseño contemporáneo rayando la excentricidad.
Un pequeño teatro, piano de cola, un barcito de cristal...

Los baños son... dignos de ser vistos. Diferentes unos de otros y cada uno según el estilo de la habitación, enormes bañeras de estuco o de metal. Mármoles con cristal. Azules, beige y blancos. Los hay con ducha y bañera y los hay que la bañera está en la habitación.
Enormes toallas (muchas), albornoces de verdad, pamelas de paja para el sol (terrible a partir de abril) babuchas, y una selecta selección de jabones, aceites para el baño, agua de rosas y arcilla para la cara... maravilloso invento que deja la piel extra suave

Guardamos excelentes recuerdos de todas nuestras visitas.
Lo más curioso nos pasó en el primer contacto. 4 días y 3 noches en las que recorrimos 3 habitaciones diferentes, el hotel estaba reservado por habitaciones y cada noche quedaba libre una diferente.
No nos preocupamos de nada, cuando íbamos a desayunar o de paseo o en la hora del té, ellos se encargaban de cambiar todo de una habitación a otra, dejarlo perfectamente colocado y como si nada hubiera pasado.

Cierres sin llave de cada habitación

Es increíble el silencio. Hay mucha gente trabajando en el riad, no los oyes, apenas los ves. Educación y empatía junto con discreción absoluta.

Dato curioso. Al ir hacer el check out y pagar, no hubo factura, no hablaron de dinero, realmente ya se sabe que es de mal gusto... Así que, la directora nos agradeció la estancia y el haber elegido su riad, encantada de volver a vernos y nos acompañó indicándonos, con la mayor naturalidad, que enviarían la factura por mail y que si dábamos el ok a todo, se haría efectivo el cobro...
Después de esa primera vez, no volvió a pasar eso... Imaginamos que unos cuantos, una vez disfrutada la estancia, no dieron el ok en sus cuentas... Confiemos en que no fueran españoles para no incrementar nuestra fama de "mal pagadores"...

Por otra parte, muy de agradecer y que debería ser normal en cada hotel de determinadas características: cada día hay una botella de agua de 2 litros en la habitación. Puedes comer sandwiches y ensaladas deliciosos y pastelitos y tartas a cualquier hora y en cualquier sitio.
Y sobre todo, el servicio y la calidad son como tienen que ser: excelentes.

Nos vemos con rosas
Miss A

(*): Antes de que "alguien" comience a juzgar y hablar de más sobre toda esta frivolidad, le ruego que se abstenga porque aseguro que no me conoce lo suficiente como para no errar, he repetido hasta la saciedad que este blog es sólo una parte de mi vida, la que quiero mostrar, la que me divierte y forma mi mitad rosa. De mi parte azul, verde e incluso blanca y/o negra, no me da la gana de hablar, esa ya la conocen l@s que quieren conocerme, al resto, les recuerdo las palabras de Jesucristo: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" Santo Evangelio según San Juan, Capitulo 8, versículo 7

Amén